martes, 3 de junio de 2008

LA OFICINA

Bueno, por fin. Ante las peticiones insistentes de nuestro querido público vamos a postear sobre la oficina de IBZ Sona.
Creo que ya he comentado que la oficina estaba en el mismo edificio en el que se encontraban el resto de apartamentos, el famoso PIMAR. O sea que era un partamento más. El mismo tamaño, las mismas instalaciones, las mismas deficiencias.
Bonito primer piso con vistas a la piscina, que fue vaciado de todos los elementos que podían resultar molestos. El resto igual. Tenía su cocinita, su sofá en el salón, su cuarto de baño de color rosa y sus puertas de color azul.
Para completar el mobiliario de Mallorca se trajeron unos magníficos tableros con unos caballetes que sirvieron de mesa para la edición de audio y de video. Y una fantástica mesa de despacho desmontada que allí se habilitó para mesa de redacción (un dos por uno, o sea trabajabamos dos - o tres o los que hiciera falta - en el espacio que cabía uno). Eso sí, para las reuniones disponíamos de un sofá - al uso en cualquier apartamento - en el que se derrumbaban los esforzados miembros trabajadores del equipo de IBZ Sona.
Teníamos una cocina para hacer comiditas y cafés de manera que los cacharros sucios se dejaban en la pila y podían pasar días antes de que los usuarios de los mismos los limpiaran y adecentaran. En la nevera se encontraron varias veces alimentos descompuestos y comida en mal estado (tetrabrik de leche agria, zumos pasados y demas guarradas).
Cocinita
Tecnologicamente era de lo más puntero. Por supuesto, no había línea de teléfono, ni aire acondicionado, ni adsl para los ordenadores. Y aquí entramos en uno de los puntos calientes del tema. tardamos más de un mes en poder tener una mínima conexión a internet. No habia ninguna posibilidad de que telefónica nos proporcionara una linea telefónica mínima en condiciones. Se chapuceó una primitiva conexión - que si se averiaba no había que llamar a telefónica sino al payo de telefónica que la había instalado ( flipante!!!!!!!!!) - se instaló una rdsi más antigua que matusalen que por supuesto no funcionaba. Se tentó la suerte con la instalación de internet via satelite. Para finalmente acabar utilizando internet via modem usb que tardaba en abrir una página toda una eternidad. Mientras se arbitró esta solución, trabajabamos enviando y recibiendo mails desde el wifi del aeropuerto. Solo estaba a 17 kilometros de la oficina!!!!!!

Puesto de redacción
Mas leña. Como he dicho no habia aire acondicionado. Las maquinas de montaje (esas si eran buenas, dos G-nosecuantos de Mac putamare) se calentaban y se colgaban. Había que refrescarlas. Pues nada, solución ... acondicionadores portatiles. Se compran dos ..... y se conecta uno. Si se ponen en marcha los dos a la vez peta la instalacion elèctrica y se va a la mierda todo el trabajo.

Puesto de edición
¿Quereis más? ¿Invasiones de hormigas? ¿Deficiencias en la iluminación? ¿Carencia de las más mínimas sillas? ¿Falta de higiene? Teniamos de todo, pero cedo el testigo a mis compañeros que seguro que querran dejar algun que otro comentario jugoso.
Solo terminaré diciendo que era una situación tercermundista, que no hubiera soportado ni la más mínima inspección laboral, que no era apta para que un equipo de diez personas trabajara en ese espacio.....
Y que a pesar de todo eso, en esas condiciones, hicimos 26 capítulos de 30 minutos de duración, con una calidad muy aceptable y en unos plazos de entrega absolutamente prodigiosos. El equipo que hizo IBZ Sona, todos, nos merecemos un reconocimiento y respeto profesional. Y quien no quiera verlo así que vaya al oftalmologo o que Santa Llucia le conserve la vista.
O en su defecto, que le den pol saco!!!!!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran post, Javier, sobre la office (y su cocina office). Efectivamente, largamente esperado por tus compis. Poco más que añadir, tan sólo faltan las fotos de las cajas de los acondicionadores portátiles metidas dentro de la bañera. ¿Defectos de iluminación dices? ¿Quién no recuerda esos flexos colgados de las pantallas del ordenador que a la semana se partían por la base? ¿Invasiones de hormigas? Y de chinches! Todavía recuerdo el intentar pasar de página en foroche, o la espera interminable comiéndome las uñas para sacar un billete de avión. El calor insoportable cuando minutabas, la nula limpieza que efectuaban en el local, las misteriosas desspariciones de los pinchos de internet (llegó el día en que uno se rompió y jamás se cambió). El día que apareció un tipo de hidroeléctrica diciendo que iba a cortar la luz en diez minutos por impago...
Pero sobre todo, ¿quién no recuerda los alaridos (que no gemidos) de la pareja del piso de al lado por las tardes después de comer? Eso sí que era amor, y no lo que daban en el local de intercambio!
Y sí, como bien decís, con esas ¿condiciones? hicimos 26 programas dignos, no es para sacar pecho, pero si para no deprimirnos.
Post sobre restaurantes ya!

Alex dijo...

Me estremece aún pensar en la oficina. la de horas que echamos allí tontamente. Aún recuerdo ese final de guión/programa en el que acabé tendido bocabajo en el suelo de la terraza durante más de media hora (¿ves?, eso sí que no se puede hacer en ninguna otra oficina)y cómo acabé por escribir los guiones en mi apartamento, porque en el zulo era poco menos que imposible.
Frustrante fue tener que montar la de Dios es Cristo para conseguir unos auriculares o una conexión a internet decente, y más cómo se mareó durante un mes o más para acabar adoptando la solución que servidor planteó la primera semana...
La deprimente sensación de estar una semana minutando non stop tras haber estado por ahí de grabación ( de ahí mi mural de "abandona toda esperanza...") creo que minaba el ánimo del redactor-guionista más templado.
No olvidemos tampoco la tentativa de poner el minutador en un piso vacío, la broma de "a minutar a la terraza" y, efectivamente, la cantidad de mierda acumulada en la nevera.
Por otro lado, pocas otras oficinas te permiten enterarte con pelos y señales de las culebrónicas relaciones familiares de las fulanas del piso de abajo u otear sus tanguitas primorosamente tendidos o esas tetillas piscineras que siempre alimentan cuando el hambre aprieta...