miércoles, 6 de febrero de 2008

SANT ANTONI DE PORTMANY


Sant Antoni es la población que teniamos más cerca.De entrada no nos gustaba mucho esta localidad. Teníamos prejuicios. "Es como Benidorm". "Hay demasiado cemento". "Es el lugar donde se juntan todos los "guiris" borrachos de Ibiza". Si la isla es naturaleza, tranquilidad y hippismo, Sant Antoni representaba - para algunos de nosotros - todo lo contrario. Había como una sensación de desprecio generalizado hacia el lugar. Y tampoco era para tanto.
Sí, habia muchos guiris, pero solo durante los meses centrales del verano. Y le daban mucho colorido y ambiente al lugar. Para un peninsular, observador de la realidad que circula a su alrededor, el paseo maritimo de Sant Antoni, desde Sa Punta d'Es Molí hasta Ses Variades, es todo un observatorio de personajes, vestimentas, actitudes y comportamientos que, cuanto menos, llaman muy mucho la atención.
Resultaba más que divertido sentarte con un par de cervezas, escuchar la música de los distintos garitos de la zona - siempre hay música, mucha música en Ibiza - y ver pasar gente. Es alucinante. Predomina el color "rojo gamba" de las pieles quemadas de los turistas britanicos. Segun la blancura de la piel y la intensidad del tono rosado se puede conocer con cierta exactitud la cantidad de días que uno de estos turista lleva en la isla.
Se que muchos de mis compañeros no estaran de acuerdo con esto. Son mucho más jovenes o mucho más hippies o mucho más modernikis o mucho mas autenticos. Pero yo recomiendo, una coronita en el Rey de Copas (en Ses Variades), a la hora del sunset, con la música de nuestro amigo Ramón y la presencia del astro rey perdiendose por el horizonte. Por supuesto, con el inevitable aplauso de los miles de presentes al ocultarse totalmente el sol (para rubor y verguenza de muchos progres). Todo un espectaculo, bastante cómico y en el fondo divertido. Tranquilos, no se contagia. Pero engancha.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué desolación ver las antaño animadas calles de San Antonio abandonadas, con sus cafeterías y cutre-pubs para ferrallas británicos con las persianas bajadas, dormitando hasta el año que viene. lo que has sido tú, Sant Antoni, y mírate ahora. Jamás olvidaremos tus clavadas (café: 4 euros) en el Café del Mar, así como tus orgiásticas cenas en el indio. Y no nos quitaremos nunca el miedo en el cuerpo al sentir las miradas punzantes y desvariadas de esos cafres de piel lechosa a la caza del españolito.