miércoles, 11 de junio de 2008

KOSOVO

Recojo el guante lanzado por Paco y posteo sobre Kosovo. No, no me refiero a esa porción de la antigua Yugoslavia con problemas bélicos y con una muy conflictiva independencia de Serbia. Me refiero a ese edificio ruinoso que teníamos en el complejo de apartamento Pimar y que el gracejo e ingenio de los ferrallines dio en llamar Kosovo por su similar apariencia estética con las imagenes y referentes que de aquel territorio conociamos gracias a la televisión.
Era un resto de edificación que debía de haber sido derribada hace años y que se mantenía en pie no se sabe muy bien por que misterio legal - ¿legal? - y permitido por la misma administración que lo habia declarado ilegal. Estructuralmente tenía toda la apariencia de un bar, pero nunca funcionó como tal. Incluso se veían restos de lo que habría sido la barra y la cocina del mismo. Amontonados en su interior encontrabamos parte de las maquinas (lavavajillas, fregaderos, griferías, camaras frigorificas, etc) para que aquello funcionara como un establecimiento hostelero. Todo perdido y abandonado. Ahora, además de almacenar los restos de muebles inservibles en los partamentos servía para que los gatos camparan a sus anchas entre aquellas ruinas, para que Lulu y Leoni jugaran entre la inmundicia y para que nosotros cruzaramos por su interior desde el aparcamiento a riesgo de que una pulga como un bisonte se acomodara en nuestras piernas. También sirvió para aprovisionarnos de algunas cosas que aun podian resultar utiles para los poco dotados apartamentos. Ya veis, rebuscando en la basura como un homeless cualquiera. De allí yo rescaté varias cortinas para impedir el paso del solazo mañanero en las habitaciones y así poder dormir con más tranqiuilidad. También se rescató alguna pequeña silla y alguna mesita que dio bastante juego en casa de Leo y Alex.
Era bastante comun encontrarte a alguno de nosotros hablando con el móvil entre aquellos escombros. Era una forma de buscar cierta intimidad en la conversación ya que en aquella especie de corrala, la discrección no era algo común. En nuestro Kosovo, siempre vía teléfono, también se hizo política. Se fraguaron conspiraciones, se trabaron amistades, se pasaron informes, se concretaron aspectos del programa, se gestaron sonoros abandonos del proyecto, se contrató personal para el equipo y casi se despide a parte del mismo. Ya veis que tambien se le podría haber bautizado como el locutorio, por el trajín telefónico que allí se producía.
Pero lo más alucinante fue cuando un buen día encontramos un Audi A3 metido allí dentro con cuatro tíos escarbando en su motor y todo el suelo lleno de aceite, grasa y piezas mecánicas desparramadas. Ya podeis imaginar todos los comentarios relacionados con la legalidad del asunto. Aquello le daba más aspecto de Kosovo que nunca. Durante varias semanas estuvo el coche destripado. Un buen día se montaron todas las piezas y desapareció. Dani, el conserje rumano (que en realidad era mecánico) y sus colegas habían conseguido el turbo que necesitaban para reparar el coche de la empresa. Todo era legal.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Milagro que ninguna de las dos hermanas alemanas, o los hijos de los moritos pillaran el tétanos entre toda aquella mierda. Ahí los tenías, trasteando entre olchones apolillados, sillones con los alambres fuera, barras de metal, etc... Y sí, la discrección e intimidad no brillaban en el motel de "El resplandor". Simplemente apoyándose en la barra del balcón, podías escuchar desde apasionadas declaraciones de amor vía telefónica, a contar como iba el verano a la pápa y la máma, o peleas entre novios.